Rugby Around The World

dijous, 26 de març del 2015

Porque me gusta que mi hijo juegue al rugby

Del Blog de Phil que viene de otro blog (en inglés).

Cinco lecciones que el rugby me enseñó sobre paternidad

1. Cada equipo necesita un capitán.
Como en la mayoría de los deportes, los equipos de rugby necesitan un capitán. EL capitán señala las jugadas; habla con el árbitro; anima a sus compañeros y les lleva a la victoria. Así, cada niño necesita un capitán. Los niños necesitan que les dirijan. Necesitan a alguien que les indique las reglas y cómo reaccionar ante los obstáculos que deberán afrontar. Hace tiempo que se puso de moda la (absurda) idea de que los padres deben ser los mejores amigos del niño. No han de faltarles amigos entre los de su edad, así que lo que necesitan los críos es liderazgo, y si no se les proporciona, no se preocupen, porque seguirán el ejemplo negativo que se les haya ofrecido.

2. El trabajo en equipo es vital.
EL rugby es la más completa demostración de esfuerzo colectivo que existen en el ámbito deportivo. Hacen falta los quince jugadores para anotar y todos deben conocer la técnica de juego de sus compañeros.

Como padres debemos hacer un equipo. Eso implica, como capitanes del mismo, orientarles ante sus dificultades . No podremos resolover todos sus problemas, como el acoso en el patio del colegio o los arcanos incomprensibles de la conducta del sexo opuesto, pero debemos estar a su lado en esas circunstancias. Es nuestro trabajo oftrecerles liderazgo y compañía, escuchandio sus problemas y cuitas y señalándoles la luiz al final del túnel.



3. La firmeza es esencial.
La defensa en rugby es elástica. Las pérdidas de la posesión solamente tienen lugar cuando se cometen errores o se roba el balón. Un buen equipo puede ceder terreno siempre que no permita al ataque romper su línea de defensa y jugar detras de ella. La defensa es firme, pero no rígida. Una defensa rígida desaparece cuando se presiona duramente, mientras que una defensa firme se adapta, no se rompe. (Pura táctica militar, por cierto.)

Como líderes del quipo familiar, los padres tiene gran necesidad de firmeza. ALos niños no necesitan padres que cedan ante cualquier dificultad, pero tampoco tan extremadamente rígidos que no les permitan experimentar el fracaso en alguna oportunidad, así que si comen demasiado chocolate deben saber cuales son las consecuencias: la experiencia es generalmente la mejor maestra, así que si les protegemos de todo, nunca aprenderán por qué no se deben hacer ciertas cosas y nosotros abdicaremos de nuestro rol de líderes. Debemos establecer pautas para que nuestros hijos se guíen por ellas, así que habrá que buscar un justo equilibrio entre flexibilidad y rigidez.

4. Cuando te golpéen, levántate y sigue corriendo.Un partido de rugby supone 80 minutos de acti8vidad continuada. Se ha dicho que el jugador de rugby necesita la fuerza de un luchador olímpico y la resistencia de un triatleta. Cuando placamos al portador del balón el juego no se detiene. El balón se libera y los demás luchan por la posesión y el placado se debe reincorporar de inmediato al juego.

Como padres cometeremos errores. A veces seremos demasiado rígidos y otras condescendientes en demasía y advertirlo nos hará sentirnos mal. Pero nunca es tarde para rectificar: hay que volver a la acción. Es lo que esperan los niños. Les enseña nuestra calidad humana y nuestra fuerza. Los fracasos nos hacen mejores jugadores de equipo y las rectificaciones mejores líderes. Si advierten nura perseverancia como padres, la querrán para sus vidas.

5. Compromiso durante todo el partido.
80 minutos y pocos cambios (desgraciadamente esto va cambiando). Todos defienden, todos atacan.

La paternidad nos exige el mismo compromiso, no hay opción, no se puede abandonar. Es cierto que muchas madres sólas han sacado adelante a sus hijos con éxito. Ahora bien (sin hacer otras consideraciones) imaginen cómo hubiera mejorado la vida de madres e hijos con un dedicado padre a su lado. Nuestros hijos nos necesitan durante todo el partido.

EL rugby es el deporte que más me ha satisfecho de cuantos he practicado, y ser padre lo que más en toda mi vida. Lo que aprendí en el rugby me hizo mejor padre: dirigir, ser jugador de equipo, firme y pronto a superar los obstáculos de la vida, estar comprometido hasta el final. 



dilluns, 23 de març del 2015

Quinta Jornada Seis Naciones, partidos completos.

Italia vs Gales

Escocia vs Irlanda

Inglaterra vs Francia






dijous, 19 de març del 2015

"La batalla de Murrayfield" del Maestro Trecet.

Os dejo este artículo del gran Trecet.

La batalla de Murrayfield

Sábado, cielo azul, viene una suave brisa del Firth of Forth, esa lengua de agua cargada de leyendas y música. Bajando del Castillo, suena en Princess Street una gaita de guerra y ya acercándose a los pubs de Melrose Street, una banda de gaitas que mezcla a chavales de 15 años con personas de 50, toca un par de piezas de las que encienden la sangre y el pulso de ese instrumento que a mi siempre me ha llegado especialmente. Cada pub es una joya arquitectónica que hoy encierra a su vez otra joya, esta de convivencia entre enemigos de siempre. Van con sus viejas camisetas recuerdo de cien batallas en Londres y Edimburgo. Hablan alto, beben despaciosamente, están en casa, en la casa del espíritu del rugby. Han venido como cada dos años con hijos y mujeres y se saludan como si se hubiesen visto ayer, altos, fuertes todavía, algunos hercúleos, enormemente cultos de su cultura. Te sonríen porque saben que entiendes que no es tomarse una pinta, es celebrar pertenecer a algo noble que ha forjado su carácter, un modo de vida. Hablan primero de su salud, pero luego de rugby, de como "no tiene nada que ver". Uno me dice: "éramos demasiado románticos para entender lo que iba a pasar con el profesionalismo.". Surge el tema del equipo del 90, han pasado 2o años del partido de los partidos, Escocia: Gavin Hastings, Stanger, Scott Hastings, Lineen,Tukalo, Chalmers, Armstrong, White,Calder, Jeffrey,Cronin,Gray,Burnell, Milne,Sole(c). David Sole apareciendo ANDANDO camino del campo, seguido despaciosamente por el resto de los "azules", camiseta impoluta, solo el cardo a la altura del corazón, 300 gaitas entonando el "Flower of Scotland" por primera vez, los tambores retumbando y LA SEGUNDA PARTE DEL HIMNO ACCAPELLA, SIN MUSICA, con ese temblor sublime del segundo y medio en el que el director de la banda manda parar totalmente, un segundo de pulsación vital de todo un pueblo, que inmediatamente, 80.000, una sola garganta, entonan la segunda parte... Sole emocionado, primero de la fila, la cabeza muy alta, la cámara de la BBC(nunca olvidaré eso, por eso estoy aquí) recorré los rostros de los quince, una determinación... me vuelvo miro a Tarugo Márquez, que está a mi lado de comentarista y le digo, tapando el micrófono "Míralos, qué caras, estos no pierden hoy", la cara de Jeffrey, criador de ovejas en Kelso, de Gavin, economista, de Armstrong, camionero...



Estos no pierden hoy, estos no pierden hoy, a pesar de que se enfrentan a un equipo que ha arrasado todo el torneo del 90, hasta llegar a este partido, "winner takes all", la Calcutta, la Triple Corona, el Grand Slam, el Torneo, pero sobre todo el alma del rugby, una forma total de entender el juego, quince highlanders contra el Will Carling de las revistas del corazón y la Princesa Diana, Rory Underwood piloto de la RAF, Rob Andrew, la pareja de segundas, Ackford y Dooley... ESTOS NO PIERDEN HOY. De ello se encargaron los terceras, un ciclón placando, los tacos clavados en la muy húmeda hierba sagrada de Murrayfield, diez metros, no, siete metros, no, cinco metros, no, tú no acabas con mi forma de vida rugbística, que no, que no pasas, que ahora es el muro de Adriano, pero al revés... brillando por el sudor la cabellera rubia, casi blanca de Jefreys, un jaguar lado cerrado, Calder, un tigre, lado abierto, dos flankers que no lo sabían, pero estaban inaugurando la modernidad en el juego de la tercera línea, con White un poco más lento, llegando un segundo más tarde para fijar el ruck... Que no, que no pàsais, Guscott, Carling, Andrew

En esa mañana de sábado Escocia-Inglaterra, ha aparecido toda una separata glosando la gran hazaña del 90, vista con la perspectiva que dan los 20 años exactos transcurridos. Es en el Scotsman, el periódico de referencia en la ciudad y en Escocia. Un estudio profundo, detallado, tanto de la parte anímica como de la parte cientifica y técnica, con los planes del seleccionador escocés de entonces, Ian McGeechan desde seis meses antes del partido, un estudio por sí solo digno de la más profunda atención. En un recuadro, un documento tremendo: Equipos de Escocia e Inglaterra en el 90 y hoy mismo, 13 de Marzo 2010, con el peso y la estatura de cada jugador, treinta en el 90, treinta en el 2010. El resultado, estremecedor. Por no marear, solo los totales: El equipo escocés del 90 pesaba 1.391 kilos. El de 2010, 1.549.- El equipo inglés del 90, 1364, y el de 2010, 1.570.-

Son cifras que expresan la evolución física de los jugadores y como consecuencia, del juego. Si os fijáis, la media de cada jugador inglés supera los 100 kilos... Algo que luego veríamos en el partido.



Comienza en los televisores el Irlanda-Gales, mientras en Edimburgo tiene lugar la primera parte del rito de un Escocia-Inglaterra: El desplazamiento hacia el Estadio de Murrayfield. Se hace andando, unos 5 km. que se pasan sin sentir. el aire cargado de sonidos, pero la gente silenciosa. Sonidos de música, gente pidiendo entradas, vendedores de cualquier cosa material o espiritual, chavales de 1o años tocando gaitas, vendedores del programa del partido... Cada entrada es como un lingote de oro y cuando pasas al campo, los porteros te la miran exactamente así. Subes despaciosamente, midiendo los tiempos de tu asimilación del ambiente, el continente de la gente, el estado del campo, que vas evaluando según subes la grada. El inmenso cambio de Murrayfield, ahora un estadio con todas las localidades cubiertas, un sistema de sonido espectacular y dos pantallas gigantescas de tv de alta definición.

Salen las bandas de gaiteros, seguidos por dos grupos de bailarines. El césped se llena de color, la grada de cánticos, todo con el máximo de intensidad, pero tambien con el máximo respeto al rival. Llega el momento de los himnos y el tiempo se detiene en ese segundo entre la banda tocando y dejando de tocar, los escoceses siéndolo más que nunca... Me viene a la cabeza lo que he leido de la acumulación de potencia de los jugadores, en detrimento de las habilidades propias del juego. Arbitro sudafricano que no se entera, horrible arbitraje, incapaz de cortar los conatos de juego peligroso, que en rugby son muchos y que si no los cortas, puede dar lugar a lesiones muy graves. Potencia, dirección poco inteligente, cóctel para una batalla, La Batalla de Murrayfield, 13 de Marzo, 2010.-

Ya en la primera melee del partido, el árbitro,como los de fútbol en el área antes de una falta, deja que las primeras lineas hagan lo que les dé la gana, Los jugadores captan inmediatamente que hay permiso y la melee pasa a ser una jugada en la que no hay una sola concluida limpiamente. Escocia domina el line-out o saque de lateral, pero los tres cuartos no percuten con potencia, palabra clave, potencia, en el rugby de hoy. Tocan el flaviol a cinco metros de la linea de 22 inglesa, en donde les están esperando estos chicos, estos flankers, Haskell, 108 kilos y Worsley, 108 kilos, dispuestos a placar con sus estructuras de 195 y una velocidad espeluznante, apoyados por los dos centros, Tait y Flutey, 95 y 96 kilos... Los escoceses saben que si hacen pick and go, los van a destruir en las percusiones, a pesar de que tienen a Jim Hamilton, un segunda de 2-03 y 124 kilos nada menos, que se lleva todo lo aéreo y entra a los agrupamientos como un bisonte...

Un momento. Flankers de 108 kilos? pero que es esto?



Esto es una batalla. El juego, a medida que avanza el cansancio de los jugadores, es interrumpido más frecuentemente. Al cansancio,se une el deterioro de la acumulación de golpes, choques... No se puede hacer más daño con las manos desnudas, fuera de las artes marciales. Llega la segunda parte y en ella, una multitud de cambios por lesión, ambos equipos usando todos sus recursos, Wilko cae lesionado. Un jugador escocés, está siendo atendido, viene un balón, se levanta, lo da a un compañero, para caer segundos más tarde, teniendo que ser sustituido definitivamente. Parece Verdun, pero es rugby. Presiona Escocia, intentan una buena posición para el posible drop de Dan Parks. Hay una combinación que han usado poco. Es la del zaguero incorporado a la linea de ataque. Southwell que juega en el Stade Français, lo hace mucho en Francia. Recibe el balón y carga con la cabeza por delante. Ugo Monye, recibe el impacto a la altura del cuello y se derrumba como un saco. Las asistencias están diez minutos con él. No se atreven a levantarle. Inglaterra, como en una batalla, sufre en poco tiempo las bajas de Monye, Wilkinson y Armitage. Escocia se ha dejado hasta el ultimo aliento cargando hacia la linea de marca inglesa y con la fuerza y velocidad actuales (Potencia=fuerzaxvelocidad) el destrozo ha sido grande.
La Batalla de Murrayfield acaba con empate a 15, pero creo firmemente que como en los articulos del sábado en "The Scotsman", esta espiral de crecimiento fisico, debe dar paso a una reflexión. El sábado me ponían el ejemplo de la evolución del tenis en los 90, cuando una raza de sacadores implacables ganaban partidos, que podian perder en cuanto hubiese un poco de peloteo. En rugby, necesitamos que vuelvan los Jonathan Davis, Barry John... El ultimo de la raza parece ser O'Driscoll... Fuerte reflexión al respecto. La estadistica: Placajes, Escocia, 65, Inglaterra, 108.- Metros avanzados, Escocia, 428, Inglaterra, 290.-

Es de noche. Volvemos al centro andando. En el pub, un grupo toca "Here comes de sun" de los Beatles. Una señora me dice que en el fondo en el fondo... Ella quería que ganase Escocia. Qué pensará John Jeffries cuando esta tarde vaya a su pub en Kelso y le pregunten los de su cuadrilla de siempre, "qué John, What you think of it?" Cómo me gustaría estar en Kelso esta tarde, oyendo las palabras de un hombre que lo fue todo, no ganó nada de dinero, no concedió entrevistas casi nunca, porque hablaba en el campo, ya sabeis, "Esto, es esto". 



dimarts, 17 de març del 2015

Integración, el Rugby en Francia

Un brillante escrito de Phil Blakeway, donde nos muestra la diversidad de un país como Francia o cualquier otro europeo, observando la procedencia de los integrantes de su equipo de rugby. Disfrutadlo.

Integración

Clement Poitrenaud, Vincent Clerc, Mathieu Bastareaud, Yannick Jauzion, Alexis Palisson, François Trinh-Duc; Morgan Parra, Imanol Harinordoquy, Fulgence Ouedraogo, Thierry Dusautoir, Pascal Pape, Lionel Nallet, Nicolas Mas, William Servat, Thomas Domingo; Dimitri Szarzewski, Sylvain Marconnet, Julien Pierre, Julien Bonnaire, Frederic Michalak, David Marty, Julien Malzieu.

Son los veintidós jugadores de Francia. Hoy han jugado y ganado, en París, a Irlanda, que ya no puede revalidar su triunfo del año 2009. Una lástima, pero algo lógico: es el relevo de una generación que lo ha dado todo, por otra que llega. Y los franceses han sido hoy mucho mejores.
Pero no voy a hablar de rugby. No, lo haré de los franceses. De su apellidos y de su origen. Sobre ello se ha reflexionado mucho; se destacó con motivo de la Copa del Mundo de 1998 de ese circo que se juega con un balón esférico, aunque con otros matices, porque después acontecieron sucesos contrarios al idílico panorama que se dibujó, ya saben, aquellos de les banlieues. Sin embargo, y sin perjuicio de los errores de los años ochenta y los temores socialistas a la verdadera integración que se escondían tras la trampa de la multiculturalidad, la terca realidad se impone a los experimentos sociales y allí donde hay un entorno de posibilidades se produce naturalmente la cohesión y el trabajo común en pro de un objetivo compartido, llámese bienestar, riqueza o ganar un partido.

A lo mío ahora. Parra y Domingo son apellidos españoles, y en la selección francesa ha habido muchos y muy destacados (los Raphaël Ibáñez, Jean-Michel González, Laurent Rodríguez, Laurent Pardo, Pierre Albaladejo y sólo por destacar a los de aquende los Pirineos); Bastareaud, Dusautoir y Ouedraogo son negros (por favor no me pidan que emplee metáforas ridículas de esas que imponen los secuaces del orwelliano O'Brien) y de origen africano, y éste el capitán del equipo; de Marruecos era Abdel Benazzi, que también fue capitán de Francia y uno de sus mejores jugadores de los 90, o Serge Betsen, tercera línea retirado hace un par de años, y Émile N'Tamack, coetáneo del magrebí y hoy entrenador ayudante de Marc Lièvremont en el XV del Gallo. Más todavía, porque Thrin-Duc es de origen vietmanita, como me confirman dos compañeros de batalla de nacionalidad francesa con los que comparto hoy la retransmisión del partido (y que disfrutamos sobremanera gracias a la algarabía orquestada por los cerca de cuarenta veteranos que nos hemos reunido y que afortunadamente nos impide escuchar los comentarios de Vispe y Moriche, que no mejoran nada). Harinordoquy y Mas son apellidos vasco y catalán respectivamente, y como compartimos con la república del norte a las gentes de ambos extremos de la frontera no diré que son de aquí o allí sino parte del melting-pot francés. Szarzewski y Michalak son apellidos eslavos, así que nos quedan solamente doce (sobre veintidós jugadores) estrictamente franceses, permítanme la licencia. Sin embargo en la empresa común que tienen encomendada, ganar para su país, no hay diferencias, no hay distinciones más allá de esfuerzo compartido unidos por unas pautas sencillas: respeto, camaradería, amistad, sudor, resistencia, empeño e inteligencia. Por eso ganan y por eso serán capaces de rehacerse y conquistar su futuro, y no hablo ya de rugby. A pesar de sus políticos y de los intentos de fragmentación multicultural.

Aquí la feudalización llegó hace tiempo y por otras vías, así que somos diecisiete enfrentados a problemas que otros conocen ya, pero sin ánimo ni objetivos comunes. Las perspectivas no son alentadoras. 



diumenge, 15 de març del 2015

Cuarta Jornada Seis Naciones 2016. Partidos completos. Full matches

Gales vs Irlanda

Inglaterra vs Escocia 

Italia vs Francia







dijous, 12 de març del 2015

Rugby del 71, Gales se lleva el 5 Naciones

Tengo un cariño especial por el año 71, cuando nací. Era febrero, llovía y mi madre estaba en Tarragona. Gales ganó el Cinco Naciones, así lo escribe Phil Blakeway y así lo podéis ver en estos maravillosos videos.



Los Barry John, Edwards, JPR Williams, Gerald Davies, Taylor, Merwyn Davies y demás, en partido de V Naciones de 1971, el año del primer Grand Slam de la década prodigiosa (luego vendrían los de 1976 y 1978 y tres Triples Coronas en 1977 y 1979, sin contar con que en 1972 por los acontecimientos en Irlanda, el Torneo se suspendió). Además, el juego de los escoceses no desmerece aunque tuvieran que rendir Murrayfield, con el resultado más ajustado y después de remontar merced a ese ensayo prodigioso de Gerald Davies, y la mejor conversión desde San Pablo, como dicen en las Islas, lograda por el inefable flanker John Taylor. Derrotaron allí a un muy buen equipo escocés, con otro tercera pateador, Brown, y jugadores tan cabales como Sandy Carmichael, el pilier o el otro Brown, el segunda línea Gordon "The broon frae Troon", con dicción a la escocesa. Destellos todos de una galaxia ya muy lejana. Ni comparación con la mecánica y estéril empresa rugbística de la primera década del siglo XXI. Asqueados deben estar al conocer los sucesos del otro lado del Severn: lo del Bath y los 'Quins.

Hablando de ingleses, en Twickeham doblaron las rodillas ante los del Principado de esa añada. Aquí queda constancia, como casi siempre con la voz de Bill McLaren. Ni los Duckham ni los Pullin pudieron con los magos del Oeste.



Pues sí, ante el panorama que se avecina, nos damos a la nostalgia. Así que sigamos con los Diablos Rojos de 1971. Hoy en su partido frente a Irlanda, en Cardiff. El partido en que ganaron la Triple Corona de 1971, último episodio de la lucha fratricida de ese año antes de cruzar el Canal de La Mancha. Los irlandeses no midieron sus fuerzas y se entregaron, como tantas veces antes de la era O'Driscoll, sin mesura, durante el primer tiempo, que fue suyo. No importó a los rojos, que conocen las exigencia de su divisa: Ich dien. Así que, como el motor que sale del rodaje, alcanzaron su mejor par al inaugurarse la segunda mitad. Sobrios, calmados, sabios, contuvieron los delanteros locales a los titánicos irlandeses, más fuertes, más pesados, más torpes. Aseguraron sus posesiones y desataron el rayo y el trueno del Olimpo de los Valles del Sur, presidido por Edwards y John. Una brillante generación de bravos irlandeses veía, otra vez, como la Fortuna se conjuraba contra ellos, postergados por una conjunción de temple, estrategia y genio diseñada por una común inteligencia, sutil y poliédrica. Sólo los Lions de 1968 o 1971 o 1974 resarcieron, no sé si suficientemente, a los Mike Gibson, Willie John McBride, Fergus Slattery o Ray McLoughlin.



1971 fue especial para País de Gales: ningún equipo, jamás, ha ganado el Torneo solamente con dieciséis jugadores, capitaneados por el centro Sidney John Dawes, que con el tiempo acumularía, también, honores en los Lions y como seleccionador y entrenador de su país.

Aquellos dieciséis fueron: J.P.R. Williams (London Welsh), T.G.R. Davies (Cambridge University & London Welsh), S.J. Dawes (London Welsh), A. Lewis (Ebbw Vale), J.C. Bevan (Cardiff), B. John (Cardiff), G.O.E. Edwards (Cardiff), D.B. Llewellyn (Llanelli), J. Young (Harrogate), D. Williams (Ebbw Vale), W.D. Thomas (Llanelli), M.G. Roberts (London Welsh), W.D. Morris (Neath), T.M. Davies (London Welsh), J. Taylor (London Welsh), I. Hall (Aberavon).

Sorprende que no estuvieran J.J. Williams o Phil Bennett en el mejor equipo galés que haya jugado un V Naciones. Bennett había debutado ya, como zaguero, pero esos eran los dominios de John Peter Rhys Williams (que empezaria a ser conocido como JPR cuando el otro Williams, John James, entrara en el equipo), así que tuvo que esperar a la retirada de Barry John para hacerse con el nº 10. Ninguno de ellos iba a desmerecer a sus predecesores.

dimarts, 10 de març del 2015

Arenga e Himno Argentino

La Arenga de Pichot -capitán de la selección argentina de rugby-, antes del partido por el tercer y cuarto puesto entre los albicelestes horizontales y los franceses en el Mundial que organizaron los hijos de la Marsellesa. Impresionante el final, donde uno de los jugadores vestidos de calle sale secándose las lágrimas.
Después el himno argentino, no cantan muy bien, pero esos rostros valen por mil tenores. Sean eternos los laurelesque supimos conseguir,que supimos conseguir.Coronados de gloria vivamos...¡o juremos con gloria morir!,¡o juremos con gloria morir!,







divendres, 6 de març del 2015

Cuarta Jornada Súper 15, partidos completos 2015. Fourth Round Super 15, full matches 2015

-Chiefs vs Highlanders
-Brumbies vs Western Force 
-Reds vs Waratahs
-Cheetahs vs Bulls
-Stormers vs Sharks 
-Blues vs Lions












dijous, 5 de març del 2015

Fotos de Rugby: Haka bajo la lluvia


Ka mate! Ka mate! Ka ora! Ka ora!
Ka mate! Ka mate! Ka ora! Ka ora!
Tenei te tangata puhuruhuru
Nana i tiki mai
Whakawhiti te ra
A upane! ka upane!
A upane kaupane whiti te ra!
Hi!!!



Muero! Muero! Vivo! vivo!
Muero! Muero! Vivo! vivo!
Este es el hombre peludo*
Que trajo el sol
Y lo hizo brillar de nuevo
Un paso hacia arriba!
Otro paso hacia arriba!
Un paso hacia arriba, otro...
el Sol brilla!


*Para los maoríes peludo equivale a valiente

dimarts, 3 de març del 2015

Lucha, Sacrificio, Respeto, Entrega, Combate, Amistad y Fair-play

Artículo gran reserva, año 2008, Zona rugby ya no existe, Phil continua en la melé.

Este es un artículo publicado por Phil Blakeway en Zona rugby. El rugby intenta mantener los valores que le han llevado a ser lo que es ahora, un pequeño oasis entre las tormentas de muchos deportes profesionales, donde prima el resultado sobre cualquier otra cosa. Ver un partido de fútbol donde los jugadores se tiran al suelo a la menor oportunidad, tíos de noventa quilos que caen desmayados tras un leve golpe, "hay contacto" gritan los periodistas, todos chillan al árbitro, los partidos de juveniles que nos da el plus nos ofrece las mismas trampas a menor escala... Uno va viendo como lentamente el fútbol va muriendo, y no lo digo yo, lo dicen los estadios repletos de cemento, deseemos que el rugby no entre en esta vorágine.

Los rugbistas nos preciamos de cierta categoría moral. La ética y la estética de nuestro deporte la determina. La tradición también. Esa sutil transmisión de conocimientos, hábitos, sensaciones y costumbres que van dosificando los mayores para que los jóvenes adeptos queden para siempre incorporados a la secta: lucha, sacrificio, respeto, entrega, combate, amistad, fair-play. Una mirada, un gesto que enseña, a veces, mucho más que una arenga. El zaguero consagrado que da un pase de ensayo al ala novato, cuando un quiebro fácil le hubiera proporcionado su enésima marca. El viejo pilier que concurre ineluctablemente con su bolsa el partido del tercer equipo, esa turbamulta de imberbes y suplentes, por si hace falta echar una mano en el segundo tiempo, aun sabiendo que acabará jugando todo el partido y soportará las quejas de su mujer y de sus gastados huesos, por la noche, después de las cervezas. El consejo quedo del delegado que trota la banda en los partidos de todas las categorías del club cada fin de semana. El que nunca protesta cuando le toca levantar el banderín en el lateral. El padre de aquel jugador que lleva al campo a seis o siete juveniles apretujados en su monovolúmen, o la madre de aquel otro que siempre se acuerda de llevar aquarius para el medio tiempo. Tu madre, o tu mujer, o quien quiera que sea que meta la piltrafa de camiseta en la lavadora tras cada partido. El encargado del botiquín del segundo equipo, donde nunca falta de nada. El entusiasta juvenil que se vuelve imprescindible para dominar a la vocinglera legión de críos que son el futuro del equipo. Mil ejemplos más. Eso es altura de miras; eso es solidaridad; eso es Rugby.



Y sin embargo hay excepciones. Debemos erradicarlas. Tenemos que establecer barreras. No podemos permitir que el Grial que ahora nos toca preservar se enfangue. Los reglamentos de competición y la autoridad del árbitro no son suficientes, aun siendo en nuestro deporte donde, sin duda, más se respeta al mediador. Se impone la autorregulación. La de cada uno, la que sale del alma de quien participa de los valores que conforman el deporte de los villanos jugado por caballeros. Debemos aborrecer las conductas impropias, porque la línea que separa nuestra disciplina de la riña tumultuaria es tan frágil que sólo mentes y espíritus despiertos y alerta serán capaces de preservar el tesoro.

Yo no lo he visto, pero dicen que este fin de semana hubo más que palabras en un campo del Este de Madrid. Dicen, lo he leído en un foro bien conocido, que el asunto fue más allá de lo que suele zanjarse entre árbitro y capitanes, acaso con un sin bin y un “10 metros más”. No hay excusas, eso no debe suceder jamás. Da igual el motivo, porque cada vez que eso sucede, se pierden fieles a la causa y se traicionan los fundamentos del espíritu que nos mueve.

Tampoco son de recibo actitudes veleidosas y arrogantes que desmerecen a quien las practica. Me cuentan también que en otro campo, ahora de hierba artificial, se enfrentaban dos universidades madrileñas, una del Oeste y otra del Sur, regida ésta por alguien que fue la tercera autoridad de la Nación. Que una, la del Sur, concurría con treinta jugadores y la otra con apenas dieciseis, porque coincidía el partido con exámenes de la mayoría. Que a la hora del pitido inicial el delegado de la magra en efectivos sólo pudo reflejar en el acta los nombre de los presentes. Que tres o cuatro más, acabado el exámen que les entretenía, acudieron raudos, y que el delegado de la otra universidad no les permitió jugar. Espíritu mezquino, mentalidad estrecha, contra la naturaleza del rugby: su equipo, el que iba sobrado de efectivos, ya ganaba por cuarenta puntos. Qué desánimo, qué desaliento entre los que se quedaron sin jugar después del esfuerzo del desplazamiento. Qué bajeza contra el rugby y sus fieles.

Conductas indignas aquella y esta, que hay que desterrar. Nos va el futuro en los detalles. En nuestro valor añadido.