Rugby Around The World

dimarts, 29 de maig del 2012

El rugby es como la Mafia pero sin asesinatos

Os dejo un artículo genial que he encontrado en Somniloquios, un blog altamente recomendable. El principio es genial, "El rugby es como la mafia, pero sin asesinatos."


La Cosa Nostra


Dedicado a Carcundo, el Piojo, el Turco y a toda la gente del Seminario.


El rugby es como la mafia, pero sin asesinatos. Está basado en la lealtad, el honor, la conciencia grupal, los ajustes de cuentas, el tráfico de sustancias y los parentescos inventados. Es una famiglia. Sobre todo en la delantera, aunque se han documentado casos de amistades morganáticas con la gente de la línea, esa gente. Conforme el número de la espalda crece hacia el 15, aumenta la desconfianza de los delanteros, que componen la infantería con traje y corbata negros, como reservoir dogs. La vida debería ser como una melé, pero con colonia para niños. No hay caretas y todo el mundo se conoce bien. Al que se pasa de la raya, se le ajusticia en la siguiente ocasión de forma que parezca un accidente. Los demás callan, otorgan, participan o calculan dónde y cómo reparar los daños. La ley del silencio la entiende todo el mundo. Hay que descreer de los delanteros que hablan con el contrario.


Fuera de la melé, el universo se torna voluble y desleal, y cualquiera sabe que conviene desconfiar de sus normas y aún más de la corrección política: que ahora no se puede pisar y que el balón tiene que salir rápido por el bien del espectáculo. Esas cosas. Fuera de la melé, todo el mundo es un extraño o se comporta como tal. El 10 suele venir de otro país, de otro rango social, profesa religiones de moda y bebe Aquarius después de los partidos. Su única posibilidad consiste en haber nacido en Ejea, aunque su apariencia continúa siendo extraña porque se comunica en ese idioma que se habla en Ejea y que sólo le entienden sus paisanos y el 12, su lugarteniente, el tipo feroz que le hace el trabajo sucio. Nuestro 10 es de Ejea de los Caballeros, un lugar repleto de truhanes: por eso juegan tan bien al rugby. Truhanes y caballeros. Las labores del 10 en el campo se reducen a cuestiones funcionariales o de poco calado, como recitar contraseñas numéricas, hacer extrañas señales con los dedos por la espalda a los chicos de la diagonal y utilizar términos como cruz, salto, falsa o toda, convenientemente mezclados para impresionar a los que le escuchan. Cuantos más balones se le caen, más aprecio le tienen los delanteros, que se dan el gusto de volver a la melé. Además de eso, el 10 patea a palos siempre que no haya un delantero que pueda hacerlo, lo que suele ser raro porque en el paquete menudean los superdotados. El 10 acostumbra a quejarse de que los delanteros se interponen en la línea de pase entre él y el 9. Y amonesta a los que lo hacen, explicándoles la necesidad de mantener limpia esa vía de salida. Los delanteros asienten y por dentro sonríen. Todo el mundo sabe que se trata de un comportamiento deliberado: el 9 sólo debería abrir la pelota cuando los delanteros lo decidan o se hayan divertido lo suficiente con sus tuercas y tornillos, jugando al enredo con los cuerpos y la pelota. Hacerlo al revés constituye otra de las muchas perversiones que el espíritu del juego ha sufrido desde su nacimiento.


El 12, el primer centro, puede ser el único jugador que un delantero respeta en toda la línea de tres cuartos. De hecho, juega en una posición envidiable si no fuera porque no participa en las melés. Dicen que hay un segundo centro, pero no está demostrado. Así como podemos constatar la existencia de dos pilares, dos segundas (que entre los dos no suelen hacer medio), dos flanker y dos alas, la existencia del segundo centro, sospechamos, no pasa de ser una formulación teórica de los entrenadores, que han inventado la figura para desconcertar a los que juegan y sostener así su presunta ascendencia sobre el grupo. Si el segundo centro de verdad existe, constituye un ente innombrable y el sentido de su vida consiste apenas en darle conversación al ala. Nadie ha confesado jamás haber hablado con un ala en el campo de juego, por tanto el segundo centro no existe. ¿De qué se habla con un ala, en cualquier caso? Si te los encuentras en el tercer tiempo te parece estar metido en un ascensor y sólo se te ocurre comentar el tiempo: “Qué buen día hacía hoy para jugar, eh”. Cuando los ves pasar cerca en el campo, a los alas dan ganas de preguntarles por la familia: si ya se casaron o qué tal están sus padres.El 12, sin embargo, es otra cosa. El primer centro o inside pasa el tiempo en una violenta dicotomía vital que consiste en chocar contra las paredes y aplastar a los hombres. No se les puede dejar solos en una habitación y suelen dormir en cuartos mal ventilados. De ahí sus angustias. Morfológicamente, el 12 tiende a una engañosa redondez corporal y acostumbra a sufrir el síndrome de la bala de cañón: cuando se lanza en velocidad quiere arrancarle las piernas al que se cruce. Como buen depravado, le gusta sufrir y hacer sufrir. Aspira a placar y a que lo plaquen. Digamos que querría hacer las dos cosas al mismo tiempo y en cada jugada, si fuera posible. Es sexualmente hiperactivo y aficionado confeso a las parafilias. Tiene peligro dentro y fuera del campo. Fuera, hay que vigilarlo de cerca: lo mismo trata de intimar con una menor de edad que con el tercera de su propio equipo. En el campo son gente válida. Sí. En su psicopática mentalidad, el ideal de vida consiste en esta jugada: recibir la pelota, enfilar al apertura contrario, derribarlo, ponerle el sello en la frente al 12 rival, derribarlo, convocar a un par de terceras del otro equipo a la fiesta, cruzarles el codo en la boca, derribarlos y, cuando entrevé que el zaguero opuesto viene al cierre con intención de placarlo, soltar la pelota al primer amigo que pase por ahí, dejándose las manos libres para chocar felizmente contra el 15 o el muro del final del campo. Los primeros centros suponen casos extremos, muchachos que quieren placar también en el ataque y se las arreglan para hacerlo, aunque sea a costa de la lógica del juego. No faltan los que, cuando tienen la pelota, en lugar de buscar el intervalo que hay entre los hombres, buscan a los hombres que hay entre los intervalos, llegando a retroceder en busca de un contrario o ajustar la carrera para dejarse alcanzar y así poder atizarle a gusto al defensa. Naturalmente, un delantero ha de animar este tipo de comportamientos y aun ensalzarlos. También porque el primer centro observa la decente costumbre de romper cerca de los agrupamientos, lo que siempre es de agradecer. En fin, hay que reconocerlo: el centro es un hombre. No es un delantero, pero es un hombre. Todo no se puede tener.


Otro de sus méritos es que está a tres números del zaguero, un tipo despreciable al que le gusta jugar con el pie, se mancha poco la camiseta y suele ser guapo. En ocasiones marca ensayos pero casi nunca es el hombre del partido. Por las noches, el zaguero gimotea en su casa porque no comprende esa contradicción: ser la estrella y que nadie lo reconozca. A menudo, los primeras líneas incluso ignoran cómo se llama el zaguero de su propio equipo. Cuando el entrenador recita la alineación, el primera línea se queda en el cuatro o el cinco. El resto de nombres apenas los oye. Está todavía calculando las señas verbales que ordenan las touches, en su inútil intento por memorizar si en las de campo propio que saca su equipo entran cuatro, cinco o todos, si hay mol, peel off, ruptura de la primera torre, pase a ras o palmeo al nueve. Por eso, porque tiene cosas mucho más importantes de las que ocuparse, asuntos que conciernen de verdad al bienestar de la familia, ningún primera línea que se precie recordará jamás el rostro del 15 contrario. Así como los leones y felinos depredadores poseen una visión con una delgada franja de enfoque horizontal, que les permite localizar a sus presas en el horizonte pardo de la sabana, la naturaleza ha dotado a los primeras líneas con una variación óptica: la profundidad de campo de su mirada es mínima. Enfocan al morrillo del pilar opuesto, la carne que rodea los trapecios y las zonas erógenas del cuello y los parietales, donde uno intenta hacer diana. O sea, hacer daño cruzando un cabezazo. La ciencia no ha explicado todavía esta particularidad de los primeros líneas. Los demás prefieren reírse de ellos y explicar que los balones se les caen de las manos porque son lentos, torpes o tienen un dedo del tamaño de dos. No es así: es que no ven, sin más. Los primeras viven en estricto primer plano y son felices con eso. Nunca han visto a un zaguero salvo en el vestuario. En el tercer tiempo, el tipo que jugó de 15 es como el público de la grada: gente a la que le gusta ver rugby, pero no les apetece llenarse de barro ni que les den golpes. En el fondo, hay que agradecerles que vengan y aplaudirles al final en reconocimiento a su tangencial labor.


Ahora hablaremos del medio de melé, uno de los casos más terribles en cualquier equipo de rugby. El 9 opera en el paso fronterizo entre la realidad y la ficción, la melé y el resto del mundo. Cuando el entrenador divide a línea y melé, los nueves siempre se quedan un momento parados, tratando de descifrar a qué lado deben ir. Esa crisis de identidad los afecta, a veces de modo fatal. Todos sabemos que, en conciencia, el medio melé viene a ser un proyecto de delantero al que la naturaleza no lo dotó como es debido: no le llegaron los kilos, la altura ni la inteligencia para jugar en el paquete. Piensa demasiado. Lo obliga su equívoca condición. Dicho sin ánimo ofensivo, el medio de melé viene a ser un transexual, un caso de hormonas equivocadas. Se comporta como un hombre, está musculado, acostumbra a ser recio y muestra arrojo, aunque todo en un cuerpo resumido, sin la expansión fisiológica de un auténtico macho de la melé. Su jugada preferida lo denuncia: en cuanto puede, se mete en el ruck y maulla de felicidad cuando, mientras auténticos hombres lo aplastan y rodean, oye gritar a los que se han quedado donde debería estar él: “¡¡¡No hay medio, no hay medio!!!”. El pick and go consiguiente, que le da tiempo a levantarse y retomar sus obligaciones, lo devuelve a la realidad. El resto del tiempo va de aquí para allá detrás de los gordos y éstos le permiten que mande, que les diga dónde empujar y dónde no, siempre que no contradiga su propia opinión y les compre cervezas en el tercer tiempo. El medio de melé querría ser como los muchachos de la primera línea, por eso suele beber mucho y masticar con la boca abierta. Sus intentos pueden quedarse en lo patético. Los muchachos de la primera línea modelan sus cuerpos, ganan y pierden kilos con estupenda facilidad, saben bascular la barriga para diversión de los demás, satisfacen dos veces a las damas (cuando se ponen sobre ellas y cuando se quitan de encima) y, sobre todo, pueden dar de tetar a los bebés de su propio pecho. Además, cuando ya no producen leche porque la edad los ha traicionado, se van al gimnasio a endurecerse las aristas, mientras un endocrino les entrega una tablilla y les mide la grasa corporal. De pronto pierden 15 kilos y corren como si se hubieran comido una liebre. Los primeros líneas son longevos, juegan hasta los 40 y más allá. En la vida real, esa amoralidad metabólica de los primeros líneas contraviene la moda y da lugar a muchas opiniones. Es verdad que no pueden comprarse camisas en Zara, pero en el campo de juego su excelencia física supone una ventaja que se suma a otra de orden moral: los primeros líneas son los depositarios del rugby auténtico, original, primigenio y único. Eso no se puede negar...


En el principio, el rugby fue un pack de 15 delanteros en inacabables moles de los que nunca salía la pelota. Rara vez. Si salía, quedaba transgredida de inmediato la naturaleza lógica del juego. Para qué correr. ¿Para llegar antes? ¿Acaso no da más gusto llegar empujando? Recorrer 35 metros arrastrando cuerpos, triturando carne, pisando cadáveres… Eso es un ensayo. Los ensayos por velocidad, contrapié y combinación quedan bien para las chicas de la grada y los espectadores de la televisión. Qué diferente de esas alegres montoneras articuladas en la que doce sujetos se derrumban sobre la hierba en la zona de ensayo, entre bufidos, pedos y ladridos de pedregosas gargantas. Al levantarse, al menos cinco de ellos proclaman haber sido los autores de la marca: yo tenía un dedo, el mol lo inicié yo, sin mi empuje jamás habríamos llegado, árbitro apunte mi nombre, soy el uno, bien gordos bien. Y otro sonríe porque fue el autor intelectual: jugamos con el segundo saltador, mol estable y empujamos hasta los almendros, les dijo antes de sacar la touche. En el Seminario, Angelito Largo definió las intenciones de una melé con esa frase: hasta los almendros, en referencia a los arbolitos que lindan con los campos de Tarazona y el fondo de la línea de marca. Quiere decirse que hay que pretar los culos y abrochar hasta perder la conciencia. Empujando hasta que se aflojen los esfínteres.


En el fondo, la familia descansa sobre los hombros de los primeras líneas. Todos lo saben y lo reconocen en cuanto se emborrachan y se ponen cariñosos. Porque la gente, ahí afuera, sabe que puede contar con ellos. Si alguien deja una cuenta pendiente, le meten una cabeza de caballo en la cama al talonador contrario. Muéstrenme un zaguero capaz de eso.










dimecres, 23 de maig del 2012

la primera victoria. Historias de un jugador de rugby (3)

Una nueva historia del genial blog, "De Quijotes y Rugby", disfrutadla.


La primera victoria. Historias de un jugador de rugby (3): 


La memoria es caprichosa, y almacena datos arbitrariamente. Quizás en momentos determinados de nuestra vida, debamos o deberíamos haber hecho un esfuerzo para que ese instante quedara grabado en nuestra memoria y así poder recurrir a el en los momentos que necesitaramos.


Yo, por naturaleza despistado y ser inconsecuente con mis logros personales y colectivos, soy un claro ejemplo de ello.


Este fin de semana mientras viaja por esas carreteras de España, intentaba pensar en el primer partido de rugby que tuve la suerte de ganar junto a mis compañeros. Bien es cierto que soy capaz de situarlo en un equipo, en momento mas o menos preciso de mi vida, y recuerdo casi con exactitud como fue el ensayo que nos dio la victoria. Pero si tuviera que precisar la fecha, ciudad o equipo al que ganamos ahi los recuerdos son altamente borrosos. Podría decir que fue en la capital zamorana contra el desaparecido equipo leones de "amigos del futbolín", y que el resultado fue 5 - 0, pero no podría asegurarlo de ninguna manera.


Seguramente mi madre guarde en su comoda el recorte del periodico entre todos esos otros que iba coleccionando como seguidora mas fiel del equipo de un deporte que jamas a comprendido. Dejemos que ese recuerdo duerma allí con otros tantos hasta que algun dia los despierte la curiosidad de alguien que los encuentre.


Pero lo que si soy capaz de recordar con perfecta nitidez, es otro momento que quedara grabado en mi corazón para toda la vida.


Curiosos son los recuerdos. Mientras no soy capaz de recordar mi primer triunfo como jugador, otro recuerdo llena ese espacio de una manera mucho mas intensa y cariñosa, haciendo de el, un punto de inflexión en mi vida deportiva y colectiva dentro de un club.


No seré tan cruel de contarles todo el partido, aunque creo que podría acudir a esos recuerdos sin demasiada dificultad, y los antecedentes los dejaré para otras divagaciones que formaran parte de esta serie de post que he tenido a bien llamar "historias de un jugador de rugby", así que iré al fondo del asunto.


Aquel día, un año y unos pocos dias despues de la formacion del club del que de cierta manera soy uno de sus padres, se presentaba el derbi provincial.


Muchos fueron los preparativos, y los nervios atenazaban las manos. Estaba viviendo el partido como jamas nunca lo había vivido. Aquel día cuando el arbitro dio comienzo al partido, los nervios no desaparecieron como en cualquier otro partido. Segui atenazado durante los 70 minutos.


















Y por fin, el arbitro, mientras el marcador cedido por el ayuntamiento para esta ocasión, marcaba 11 - 5 a favor de los locales, señalo el final del partido. Nunca podre olvidar ese momento, yo estaba junto a Gabi Rivero y Pedro Sardina. Los chicos, nuestros chicos habian ganado su primer partido de juveniles, en su primera temporada como equipo, en la quinta jornada y en el derbi provincial.


Los ojos se humedecieron un poco, y con la verguenza del hombre intente disimularlo, pero al mirar a mis dos compañeros de banda vi que a ellos le estaba pasando lo mismo. Se acerco otro de los entrenadores, con los ojos en el mismo estado... seria cosa de la alergia invernal... 


Ese día, quizas el dia mas importante de ese club, los chicos se dieron cuenta que la historia no solo se escribe en grandes libros y que no son fechas para estudiar y recordar, sino que existe algo tan importante como la historia colectiva. Y ese instante, esos chicos, escribieron con mayúsculas su nombre en la historia de un club.


Espero desde lo mas profundo de mi corazon, que esos chicos, jamas sean tan idiotas de olvidar ese momento, como mucho antes hice yo, y puedan acudir a el en el momento que lo necesiten.


Espero que sepan, que con el trabajo llega la recompensa, y que a pesar de que ese día el marcador era favorable a ellos, y que merecieron ganar ese partido, no siempre gana el que consigue mas puntos.


dijous, 17 de maig del 2012

Philippe Sella por Phil Blakeway

Os dejo otra gran narración de Phil Blakeway, de su "Tornarugby", rugby y literatura en un solo blog.


Sella:


Entre 1982 y 1995 disfrutamos del juego de un centro poderoso y batallador, placador consistente y ejemplo de fair play: Philippe Sella. El SU Agen RC  fue su club, aunque terminara, para aprovechar las remuneraciones conforme a ley, en los Saracens londinenses en 1996. Un año antes, decía, se retiró del rugby internacional, en la final de consolación del Mundial de Sudáfrica, en ese partido cuyo resultado a nadie importa. Ganaron los franceses y se quedaron con el tercer puesto (y saben que mantengo la duda razonable del ensayo de Benazzi bajo el diluvio de Bloemfontein, que les hubiera permitido repetir la final de 1987 o anticipar la de 2011). 

Jugó 111 veces en partido de los que se anota como oficial, 128 si sumamos los demás (entre ellos dos frente a España, en 1983, durante los Juegos del Mediterráneo de Casablanca y otra en 1991, en el Central madrileño, partido de la FIRA al que Francia concurrió con tipos como el hoy presidiario Marc Cécillon, Philippe Benetton, Abdel Benazzi, Aubin Hueber o Jean-Michel González, todos de su primer equipo), y recordamos sobremanera sus carreras explosivas en el centro del campo: con algo de espacio, tras un buen salto o una acertada cruz y acaso un primer contrapie, era letal: como en la imagen Mike Harrison y Marcus Rose, ingleses del equipo de 1987, los rivales quedaban desbordados, o arrollados si se encontraban con él, con el buey, en la época previa a las proteínas concentradas.

Su primer partido no fue bueno: acabó inconsciente en un hospital de Bucarest, quizá para olvidar que los rumanos, que por aquel entonces eran indiscutiblemente la sexta potencia europea, ganaron por 13 a 9. Pero aquello sólo fue un mal día. A Francia le esperaba una brillante década con Sella indefectiblemente compartiendo la posición de tres cuartos centro con Didier Codorniu, Denis Charvet (el más creativo), Franck Mesnel, Thierry Lacroix o Marc Andrieu. Unos dejaron el XV del Gallo, otros pasaron a otra demarcación, solamente Sella seguía. En 1987 anotó en todos los partidos del Torneo de la V Naciones culminando un bienio que el año previo le había llevado a ser reconocido como merecedor de un puesto en el XV del V Naciones que se enfrentó al del Resto del Mundo, durante los fastos del centenario de la International Rugby Football  Board, hoy simplemente IRB, y que unos meses después le llevaría a la final de la I Copa del Mundo.




Fue un jugador duro, pero de buenas maneras. Una vez, en partido frente a Canadá, fue expulsado por  encontrarse en medio de una refriega y sin embargo exonerado al poco, una vez se comprobó con el vídeo que el linier había errado y se encontraba en medio separando a contendientes. Algunos rugbistas de nueva hornada deberían repasar sus partidos, y no solo por su juego. Los de Agen podrán hacerlo pues desde la próxima temporada será el director deportivo de su club de toda la vida.





dimarts, 15 de maig del 2012

Promised Land. BSO de "Placaje Alto" (2)

Mi primo me ha comentado que Joan Pla, el nuevo apertura de dieciocho años, tiene futuro en este mundo oval. Esperemos que no sea una nueva decepción, estoy hasta los pelos de mi calva de los desengaños, para desilusiones ya tengo las que me da mi marido. Como cada año debemos decir que esta puede ser nuestra temporada, aunque lo veo jodido, muy jodido. Gracias Bruce por cantar para nosotros.


Promised Land de Bruce Springsteen.


I pick up my money and head back into town
Driving cross the Waynesboro county line
I got the radio on and I’m just killing time
Working all day in my daddy’s garage
Driving all night, chasing some mirage
Pretty soon little girl I’m gonna take charge.
The dogs on main street howl,
’cause they understand,
If I could take one moment into my hands
Mister, I ain’t a boy, no, I’m a man,
And I believe in a promised land.




I’ve done my best to live the right way
I get up every morning and go to work each day
But your eyes go blind and your blood runs cold
Sometimes I feel so weak I just want to explode
Explode and tear this town apart
Take a knife and cut this pain from my heart
Find somebody itching for something to start




The dogs on main street howl,
’cause they understand,
If I could take one moment into my hands
Mister, I ain’t a boy, no, I’m a man,
And I believe in a promised land.
There’s a dark cloud rising from the desert floor
I packed my bags and I’m heading straight into the storm
Gonna be a twister to blow everything down
That ain’t got the faith to stand its ground
Blow away the dreams that tear you apart
Blow away the dreams that break your heart
Blow away the lies that leave you nothing but lost and brokenhearted
The dogs on main street howl,
’cause they understand,
If I could take one moment into my hands
Mister, I ain’t a boy, no, I’m a man,
And I believe in a promised land
I believe in a promised land...


divendres, 11 de maig del 2012

"Crítica" de "Placaje Alto" por "De Quijotes y Rugby"

La primera "crítica" que recibo de la novela.  Muchas gracias Ángel, el creador del brillante blog, "De Quijotes y Rugby."  Canciones y literatura, una combinación que me gusta, que exploto -algún amigo me dice que demasiado-, pero toda vida tiene su banda sonora, ¿porqué un libro no puede tener la suya?  En este blog intentaré recopilar todas las canciones que aparecen en "Placaje Alto", ya veré si lo consigo.  Tengo muchas ideas, y muchas se ahogan en el camino.


Placaje Alto (2). Despues de leerlo.:



Hace unos días guardado en un sobre marrón llego el libro a mis manos. como ya les he contado tenia cierta curiosidad por saber que es lo que contaban sus paginas y comencé a leerlo.


Hablare de lo que no se suele hablar, es un libro muy bien maquetado, con buena portada y su tamaño y forma lo hacen facil de leer en cualquier lugar.






Así que me tire en el sofá y abrí su primera pagina... en un par de días, pase sus 293 paginas. Sobre el contenido de la novela eso es todo lo que les voy a contar ya que yo no soy quien para destripar el trabajo de un escritor, y menos cuando el libro esta recién salido de la imprenta.


Por otro lado decir que el argumento de la novela es inesperado. quizás no es lo que el lector se imagina cuando se sienta con el libro. y ese es parte de su encanto.


No es lo que te esperas.


En el libro encontrarán nombres conocidos, otros personajes se transforman en jugadores del rugby buscando en su personalidad real para encontrar su posición en el campo de rugby y otros que simplemente pasaban por allí.


Al mismo tiempo, el libro tiene su propia banda sonora original, diferentes canciones de loquillo, calamaro, serrat y otros muchos acompañan a los personajes a través de sus vidas. recuerdo que hace no mucho lei un libro del que no me acuerdo su nombre, claro, que tenia algo parecido y me pareció una idea excelente, de hecho, hice un cd con todas aquellas canciones.


Así que no me queda mas que recomendar que lean este libro. estoy seguro que no pasara desapercibido para todos ustedes.

dijous, 10 de maig del 2012

"Fantasmas", cuento oval de Tuboramix

He conocido a Tuboramix porque ha tenido el detalle de comprar mi novela, "Placaje Alto", y charlando me ha contado que escribía cuentos ovales, así que no he podido evitar publicar el último que escribió para la página de Rugby UAS, que no será el último que publico aquí.   "Anda termina, vamos a tomarnos algo", es la última frase del cuento, y la última que se escucha en cualquier vestuario rugbístico. 
Gracias Tuboramix.


Fantasmas 


Escrito por Tuboramix on 06 Noviembre 2011.


Los ecos de los últimos comentarios de mis compañeros se pierden en mi cabeza mientras me tumbo, alguien apaga las luces, dejo que la oscuridad y el silencio me rodeen, me gusta terminar así los entrenamientos, tendido en el césped, dejando que el olor a tierra, humedad y césped se mezclen con el de mi sudor. Acompaso mi respiración y miro al cielo, jirones de nubes ocultan la luna a medias, saboreo el momento mientras mis músculos, fatigados después del esfuerzo a los que les he sometido, se van enfriando y me empiezan a pedir una ducha bien caliente. 


Es hora de levantarse, acabar el ritual de todos los entrenamientos, sólo se escuchan a lo lejos las risas del vestuario, me encamino allí y recojo un oval que se ha quedado cerca de los palos, me agacho y lo sujeto con suavidad, lo acaricio, siento su tacto… alguien me mira, noto que una mirada se me clava, es como un interruptor que se me enciende y programa una alerta en mi cerebro que me hace levantar la vista, entre sombras, rodeado por la niebla que empieza a caer y formar una fina película sobre el césped, me parece distinguir la silueta de un jugador. ¿Quien se ha quedado aquí? Pienso mientras intento reconocerlo, no se parece a ninguno de mis compañeros… Es una figura alta, con el pelo medio largo, no distingo bien sus facciones, sus pantalones parecen viejos y su polo lleva un cuello raro. Ya hemos terminado. Le digo mientras me acerco. Entonces lo veo bien, es un chico joven, pero su mirada parece que tuviera cien años, la barba, escasa, y el pelo parecen reflejar la poca luz de luna que consigue filtrase entre la niebla y las nubes. Me quedo mirándolo, quieto, callado, tratando de averiguar donde he visto yo antes esa cara. Me recuerda a alguna de esas caras que se ven en las fotos de viejos jugadores, viejos tiempos de gloria, que adornan el club, pero no consigo acordarme. 


Su mirada se dirige al balón que llevo entre mis manos, se fija en él, y me hace un gesto para que se lo pase, lo miro, durante un instante, y se lo envío, pero me quedo perplejo al ver que, de manera sobrenatural, el oval pasa entre sus manos y lo atraviesa como si fuera humo. Un escalofrío me recorre el cuerpo y mi cabeza me dice que salga de allí corriendo a todo lo que me den mis piernas, pera estas no responden, me quedo como un pasmarote delante de la aparición sin saber qué hacer, sin saber que decir. 


Me fijo de nuevo en su mirada, en la inmensa tristeza que refleja, mientras mira al balón, al campo y a los palos. Comprendo entonces lo que quería decirme hace un instante, una vez más, una última carrera, un último ensayo, volver a sentirse vivo. Recojo el oval y me coloco justo donde él, desafiando la ley de impenetrabilidad de los cuerpos, dejo que su figura, traslúcida, se fusione con la mía, como si llevase un traje medio transparente, él parece comprenderme y trata de adoptar mi misma postura mientras superpone sus manos a las mías, entonces, comienzo a correr hacia la zona de marca, hago un par de amagos, de fintas, un contrapié por aquí, otro por allá, me recorro el terreno de juego entero y cuando llego a la línea de ensayo, me tiro como un loco para plantar el oval. 


Me levanto y busco con la mirada a mi extraño compañero, que durante toda esta carrera desenfrenada, ha sido como un traje puesto sobre mi y veo en sus ojos la alegría inmensa del niño que ha jugado por primera vez, esa mirada que distingo en mis compañeros cuando acabamos de jugar o entrenar, ese brillo, que me refleja el espejo, después de cada batalla. Los aplausos de mis compañeros más jóvenes, rompen el hechizo y el fantasma desaparece, miro hacia atrás y varios de ellos sonríen y se burlan de mi, ¿Qué hacías? Me preguntan entre risas, ¿Ganar la copa del mundo? Anda que… 


Me voy al vestuario, sonriendo, con la alegría de la mirada del fantasma clavada en mi corazón, allí, un viejo amigo, fiel apoyo en mil batallas, me pregunta donde estaba y que por qué había tardando tanto. Estaba haciendo feliz a un fantasma, contesto, tras un par de segundos. En silencio, nos miramos, sabe que hablo en serio, sonríe. Anda termina, vamos a tomarnos algo. 



dimarts, 8 de maig del 2012

Mi propia Trampa. BSO de Placaje Alto (1)


No tengo nada de ella y ella me tiene, sin saberlo, sin quererlo, pero he vuelto, para intentarlo de nuevo. “Prefiero un beso tuyo antes que el amor de mil mujeres” canta Andrés Calamaro, yo escucho, creo que soy él, y ella es la que está aquí, la que encontré, la que desapareció, el motivo de estar para poder ser.  Tony Soprano no se cansa de repetir que, “ya no quedan hombres como Gary Cooper, un tipo fuerte y silencioso, que hacía lo que tenía que hacer y no buscaban excusas.”  Quiero demostrarle a Tony que está equivocado.


Mi propia Trampa de Andrés Calamaro


Hoy caí en mi propia trampa
probé mi propia medicina
me acerqué demasiado al sol
y mis alas se quemaron y caí
a mi tampoco me gusta tu novio
lo siento si soy tan franco
soy varón y sólo me lo banco
pero mis alas se quemaron y perdí
pero... 
hoy las cartas me tocaron buenas
pero no supe ganar la partida
yo te hubiera entregado mi vida
pero mis alas se quemaron y caí
todos están celebrando
y yo me quedo pensando
apenas estoy aprendiendo a volar
y ya mis alas se quemaron y caí
y ya...
creo que me caigo del cielo
y pierdo el instinto camino
la vida me puso delante un caramelo
y mis alas se quemaron y ya fuí
hoy no me comí la empanada
tenía todo y me quedé sin nada
y de pronto tuve una revelación
voy a escribirlo todo en una canción
me acerqué a ese farol demasiado
y mis alas se quemaron y caí
pero...
soy muy sensible a la belleza
que no distingo el corazón y la cabeza
me acerqué mucho al sol y no lo ví
y mis alas se quemaron y caí
prefiero solamente un beso tuyo
antes que el amor de mil mujeres
es el beso que núnca te dí
cuando mis alas se quemaron y caí
cuando... 
cuando mis alas se quemaron y caí.



dissabte, 5 de maig del 2012

Placaje Alto (1), desde "De Quijotes y Rugby"

Conocí a Ángel, el creador de "De Quijotes y Rugby" -para mi el blog de nombre más acertado y genial-, por esos caminos de la red, coincidimos en gustos ovales y literarios, así que de Salamanca a Ávila -tierra de mi padre-, llega este post de Quijote. Muchas gracias. 


  Placaje Alto (1):




Siguiendo con el camino que han marcado otros blogs como tornarugby y zonarugby, hoy quisiera hablarles de un hecho que no deberia pasar desapercibido para todos los amantes del rugby. Antes de nada decirles que despues de leer las entradas en los blogs que arriba señalo, senti un cierto excepticismo, pero despues de cruzar algun email con Angel LLuis Carrillo, vi que era un trabajo serio y documentado. y que merecia la pena leer.
No es muy frecuente encontrarnos con una novela de este tipo y mucho menos con un autor que se digne a mandartela a casa si no la encuentras en la libreria de tu ciudad o en el caso de que la prefieras dedicada.creo que solo me queda recomendar que os paseis por la pagina del escritor, que leais el primer capitulo que esta alli disponible, y que si os gusta, no dudeis en comprarlo.
Para eso solo teneis que entrar en su blog pinchando en el siguiente enlace: placajealto.





dijous, 3 de maig del 2012

Placaje Alto desde el Tornarugby

El Tornarugby, blog imprescindible para los que amamos este deporte, y puedo decir que me he leído todas sus entradas y las más antiguas que andan escondidas en el Tornaviaje.  Muchas gracias Phil por tu ayuda.


Placaje Alto:
Es una rareza, un suceso inesperado, para el lector en general, que no para el avisado. No es que no sea frecuente, es que es inusitado: que se escriba en España sobre rugby, aun en la prensa, ya es raro (digo en la de papel, con destacadas excepciones, claro). Pero que alguien tenga el arrojo de escribir una novela sobre rugby ya es excepcional no solamente aquí, sino en los países de sólida tradición. Así que es novedad absoluta. Busquen libros sobre rugby. Los hay cientos: memorias, historias delirantes, anécdotas, técnicos por descontado, pero apenas hay novelas o relatos cortos (a salvo aquel feliz experimento de Rexman que tuvo dos ediciones), construidos sobre el rugby. Así que Àngel Lluís Carrillo Pujol merece ya nuestro aplauso, y que lean su tercer libro, rugby y literatura, la que escribe y la que se decanta en sus palabras, el poso de mil lecturas. Es posible que encuentren algún nombre familiar. Es todo ficción, naturalmente. Placaje Alto, en Ediciones Nostrum.


Para finalizar un par de vídeos de los viejos tiempos.